‘La Antorcha Olímpica’ fue la protagonista de la conferencia impartida en el Centro Municipal de El Llano de Gijón, España, el pasado martes 3 de noviembre, a cargo de Agustín Antuña, miembro de la Academia Olímpica Española y del Comité Español Pierre de Coubertin.
Antuña destacó que los portadores de la antorcha olímpica han sido, históricamente, portadores también de buenas noticias. En los Juegos de la Antigüedad anunciaban la paz y la tregua en todas las guerras y en los Juegos Modernos ese mensaje de paz se ve amplificado por los valores olímpicos que ilumina en su recorrido.
En la conferencia se revivieron además algunas de las anécdotas más conocidas en torno al relevo de la Llama Olímpica:
Yoshimari Sakai, conocido como el "bebé de Hiroshima" porque nació el mismo día de la explosión de la bomba atómica, encendió el pebetero de los juegos olímpicos celebrados en Tokio en 1964.
En los Juegos de la Olimpiada de México 1968 fue la primera ocasión en que una mujer es portadora de la antorcha olímpica. Enriqueta Basilio fue la atleta encargada de subir los 93 peldaños que formaban la escalinata antes de llegar al pebetero del estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria.
En Montreal 1976, tras una tormenta que apagó la llama, un empleado del estadio fue el encargado de volver a encenderla con un mechero, pero eso sí, sin focos ni público.
Y en 1992, Antonio Rebollo fue el primer atleta paralímpico encargado de realizar un televisado lanzamiento con arco para encender el pebetero de la ciudad condal.