Elizabeth Bravo nunca perdió la fe. Pese a todos los obstáculos que estaban su camino hacía Río 2016, la triatleta azuaya nunca desmayó y hasta el final luchó para lograr la clasificación a sus segundos Juegos Olímpicos.
"Nunca perdí la fe, por el compromiso que tengo conmigo misma, con el país entero, con mi familia, entrenador y en especial con mi pequeño Juan Francisco (su hijo)", comentó Bravo en una rueda de prensa que brindó en Cuenca a su llegada al país.
Aunque tuvo una recuperación récord luego de alumbrar a su primogénito a principios de año, la tricolor reconoció que aún no está al 100% del nivel que tuvo previo al embarazo. “Aún tengo dos kilos y medio de más, pero tengo un espacio de tiempo más que prudente para ponerme a límite”, apuntó.
Asimismo, hizo un recuento de los problemas que tuvo que enfrentar para ponerse en forma, como la caída de la hemoglobina post parto y las dificultades que vivió una semana antes del cierre del ranking, al ser "lapeada" en la Copa Mundo de Huatulco.
"Ahora se viene la mejor carrera, por lo que me voy a preparar al límite para actuar dignamente en nombre del Ecuador, dejando por sentado que un alto porcentaje en lograr la meta se debe a la fortaleza mental que genera el ser madre", afirmó.
De su lado, el profesor Francisco Tirado, su entrenador y esposo, adelantó que durante los tres meses que faltan para las Olimpiadas, solo está confirmada su presencia en la Copa Panamericana de Ibarra, el 18 de junio próximo.
"Entrenaremos acá hasta previo el viaje. Competirá el 20 de agosto, en las playas de Copa Cabana, donde también se darán las aguas abiertas. Será la natación. El circuito de ciclismo y carrera serán adjunto, y hay que destacar que tiene una pendiente de un 15% aproximadamente", apuntó.
Ante estas circunstancias el trabajo se enfocará en la resistencia a la fuerza con la visión de que soporte el ritmo del pelotón en una prueba tan exigente como lo es el triatlón.